No Sé Por Qué
No sé por qué a luz de la mañana me recuerda la ultima sonrisa que me compartiste. Es una estampa difícil de olvidar. Las peculiaridades de tu expuesto y tímido encanto, ese que oculta las extrovertidas pasiones de tu ser, han sido la base del latir de mi corazón. No entiendo por qué pienso tanto en ti cuando para ti, yo realmente no existo. Es inexplicable como día tras día imagino tu perfume, el hechizo de tu cabello negro bailando con el viento, y tu lento caminar a mi lado invitando más sueños. La realidad es que no sé por qué te amo tanto.
No sé por qué te extraño tanto. Se me dificulta articular la incapacidad que tengo en dejar de imaginar tu voz, de aventurarme a fantasear con tu compañía; de poder escucharte llamar mi nombre y sonreírme con ese poder que me derrite. Siempre he pensado que este mundo esta mal compartido. El que desea amar, usualmente, es inspirado por aquella persona que más lo rechaza. En tu vida yo no existo de la misma manera que tú existes en la mía. Lo que me hace pensar, que definitivamente, no sé por qué te amo tanto.
No sé por qué siempre imagino que me llamarás. Que quizás dentro de la hastiada y tan incesante manipulación mental de la que me haces cautivo, dirás que me has echado de menos. Cínicamente espero saber de ti, de ver como brilla el sol en tu bella piel canela. De una estúpida manera siempre termino cerrando mis ojos imaginando que devoro tus labios con un apasionado beso. Que siento, disfruto, y pruebo el aliento de tu ser. Pero, aun así, la misma realidad cósmica que rechaza la materialización de esa perversa visión, me recalca lo poco que valgo en tus planes. Honestamente, no sé por qué te amo tanto.
No sé por qué el silencio siempre insiste en convertirse en el ruido estruendoso de mis penas. El mismo que crea ecos de las cosas que nunca se han dicho…de esas que nunca se dirán. Cada día que pasa, es otro día perdido sin ti, echado al abismo de la nada. Amor que tenía para ti, y que no te importó. Tantas ideas coleccionadas que ahora se ven engavetadas en un cuarto oscuro de mi corazón que esta hasta lleno de polvo. No sé por qué te amo tanto.
No entiendo por qué continúo mirando a las estrellas, esperando verte en medio de una de estas. De identificar como sería nuestro baile. Desnudándote lentamente. Haciéndole el amor a un cuerpo inexistente lento, pero apasionadamente. Con tus gemidos que solo imagino, en un cuarto que se ha convertido ahora en mi prisión. No sé por qué insisto en imaginar tus ojos llenos de lágrimas mientras me confiesas lo mucho que habías esperado tanto amor. Compartiéndome lo alto que te hago volar, y la mucha sanidad que has encontrado con cada abrazo que inesperadamente te regalo. Pero es otra gota que dolorosamente perfora los tejidos de mi corazón. Tu distancia, tu frío proceder y tu poco interés, son los puñales que mataron mis ilusiones. Es el arma blanca que lo terminó todo. No sé por qué te amo tanto.
No sé por qué insistes en perturbar mis pensamientos. Desearía que no lo hicieras más. Porque no razono en desear tanto lo que nunca será para mí y de lo que nunca seré parte. Pero supongo que así es la vida. Este laberinto que llamamos existencia es así. Cada esquina, cada pasillo son desafíos de los que no podemos escapar. Y esto se hace claro cuando tu pasas por lo mismo que yo. Increíble como siempre se crean esperanzas, siempre aparece espacio para ese fino hilo de soñar, pero tu hilo no guía, sino que fricciona y penetra mí piel hasta hacerla sangrar de desilusión. Te deseo lo mejor de esta vida, porque muy dentro de mí, no te deseo ningún mal. Pero sin saberlo me heriste, me desechaste como algo sin valor, de la misma manera que otras lo hicieron antes que tú. Otra llave perdida, otro candado que debo ignorar en el cautiverio de mi corazón. Lo que me lleva a repetirte, por última vez, no sé por qué te amo tanto…de verdad que no.
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